viernes, 20 de diciembre de 2013

20/12/13

En recuerdo de Eduardo Lázaro Rueda.


Con el paso de los cursos puede dejar de darte clase un profesor que aprecies mucho. Sin embargo, sigues viéndolo por los pasillos, en otras clases, en la entrada o en la cafetería. Le saludas cada día e incluso mantenéis una pequeña conversación. Sigue estando ahí día tras día. Pero cuando nos deja para siempre solo nos queda el recuerdo. Echas de menos cada saludo, cada buen momento que pasaste con él, cada hasta luego.

Deseas que sea una broma cruel y poder verlo de nuevo, pero, recorres los pasillos, te asomas a las aulas, te acercas a la cafetería y no lo encuentras. Solo hayas compañeros y profesores con una mueca triste, un vacío en el corazón y cientos de recuerdos de él en sus mentes.

No es justo que se haya ido tan pronto. Pero no se habrá ido del todo mientras lo sigamos recordando. Estoy seguro de que no lo recordaremos solo como profesor o compañero, también lo recordaremos como nuestro amigo.