lunes, 10 de noviembre de 2014

10/11/14



10/11/14


Los animales son esclavizados para el beneficio de los hombres. Sin embargo los hombres no son tan distintos de esos animales, pues son esclavizados por un sistema creado por los mismos hombres. Nos hacen creer que somos libres, pero no podemos escapar al sistema. Toda nuestra vida se basa en obedecer una serie de normas para el beneficio de otros con más poder.
Desde que nacemos en este sistema estamos condenados a tener una vida determinada, destinada a ser un número más en las estadísticas. Desde que tenemos uso de razón empiezan a moldear nuestras mentes para convertirnos en esos esclavos. A partir de cierta edad nos obligan a decidir un camino que tomar, un camino de estudio que termina en un trabajo que deberemos desempeñar el resto de nuestras vidas. Trabajamos para comprar cosas que nos hacen creer que son necesarias para tener una vida “digna”. Cada mes ganarás un sueldo determinado, un sueldo que determinará lo que puedes adquirir, es decir, quienes están por encima de ti te darán dinero para que te lo gastes en lo que ellos crean conveniente. Obviamente cuanto más arriba estés en este sistema más cosas podrás adquirir. Incluidos esclavos, más comúnmente conocidos como trabajadores. Trabajadores que seguirán tus órdenes a cambio de un sueldo que en realidad es una miseria comparado con lo que están produciendo. Y así todos los hombres somos esclavizados por otros hombres, por un sistema.
El sistema te “enseña” qué debe gustarte, qué es bueno para ti y qué no lo es. ¿Qué cómodo, no? Que alguien decida por ti para que tu no tengas que pensar. Precisamente al no pensar no nos damos cuenta de lo injusto que este sistema y que no somos más que un dato estadístico para él.